Entre las cosas que no gustan y
con las que hay que aprender a vivir, está La Mentira y en particular la mentira
que viene de quienes nos importan. Definitivamente es un tema heredado, pues
recuerdo cómo a mi madre siempre la mentira se le hacía intolerable viniendo de
aquellos en quienes más confiaba. Y es que es más fácil lidiar con la mentira
que proviene de quienes poco nos importan. Pero aprender a vivir con ella no quiere
decir tolerarla necesariamente, sino que sabiendo que existe, sortearla positivamente tratando de que sus efectos no nos trastornen. Para ello hay que
entender qué es y qué la motiva.
Con lo poco que me gusta ponerme a pensar, no me propongo disertar sobre esta materia y mucho menos pretender que no miento; sólo compartiré parte de lo que he encontrado sobre ese “interesante” tema con el que vivimos a diario, como vivimos con un sinfín de otras incómodas cosas. Ahora que digo que yo también miento, recuerdo la
famosa paradoja de la mentira de Epiménides, legendario
poeta filósofo griego del siglo VI a. C. a quien se le atribuye haber estado
dormido durante 57 años, aunque Plutarco afirma que sólo fueron 50 (diablos, no sé quién es más mentiroso, pero al menos uno de los dos
miente por 7 años más que el otro). Pues, volviendo a la paradoja, Epiménides el
cretense afirmó que todos los cretenses no hacían más que mentir ¿
?.

Filósofos, psicólogos, sociólogos, poetas, políticos,
abogados, curas y hasta santos han escrito sobre ello y resumiendp lo que entiendo, se miente cuando se dice algo sabiendo o creyendo que
todo o parte de ello no es cierto. De acuerdo con esto, al decir algo falso
pero sin saber que lo es, no se está mintiendo. Para algunos, callar la verdad
puede considerarse también como mentir. Parece igualmente haber consenso en que
se miente para evitar el costo que la verdad, de saberse, nos traería. No incluye
esto último la mentira jocosa, que se hace con intensión de burla.

Al parecer, una persona normal dice en promedio tres mentiras en
una conversación de diez minutos, según se determinó en un estudio de la
Universidad de Southampton, Reino Unido. Así que normales somos, pero a la
cuarta empieza a preocuparte. Lo que sí es cierto es que la mentira tiene patas cortas y siempre,
siempre se descubre. Recordemos entonces el tonto papel que hacemos cuando
mentimos. Y no es tan difícil entender el porqué: para sostener una mentira, no
sólo hay que tener una gran memoria, sino una creatividad y coherencia tal que
permita hilar todas las posibles historias colaterales de forma que las
contradicciones no la terminen develando.
Finalmente, dejo unas frases sacadas de aquí y allá relacionadas con la mentira:
Un completo artículo acerca de "Cómo detectar
mentiras" puedes encontrarlo en este enlace, pero a continuación unos breves tips que parecen ayudar:
- Repetir la pregunta en la respuesta
- Tocarse la boca o el cuello
- La sien perlada
- Los ojos fijos
- Justificarse innecesariamente
- Tragar saliva
- El alivio de la retirada
Finalmente, dejo unas frases sacadas de aquí y allá relacionadas con la mentira:
- La verdad duele, pero la mentira mata.
- La primera vez que me engañes será por tu culpa, la segunda será por la mía.
- La mentira es un fantasma que nunca te dejará en paz, mientras sólo tú sepas la verdad.
- El mentiroso es aquel que es incapaz de afrontar la realidad.
- No me molesta que me hayas mentido, lo que me molesta es que ahora no puedo confiar.
- Quien siempre dice la verdad, puede permitirse tener mala memoria.